Por José Lara
Desde su nacimiento en 2018, Proyecto Común se ha consolidado como una plataforma colaborativa, cuyo objetivo principal es poner los conocimientos y habilidades de la comunidad universitaria al servicio de la Iglesia. El elemento más característico de esta iniciativa es su carácter vinculante, funcionando como puente entre las necesidades y desafíos de las parroquias y diversas comunidades eclesiales y la oferta académica de los cursos con metodología Aprendizaje y servicio (A+S).
Proyecto Común actúa como un catalizador que fomenta este encuentro. Cada semestre, el proyecto colabora con al menos cinco cursos A+S, promoviendo un cruce enriquecedor entre los desafíos comunitarios y las competencias académicas. Su implementación ha generado impactos positivos tanto en las comunidades, que luego de la intervención participan mucho más en las actividades de la parroquia, motivados por una temática común que puede ser el diálogo sobre la salud mental en cursos de enfermería, la gimnasia, el cuidado de la casa común a través de acciones medioambientales, o el diseño de una intervención comunitaria junto a estudiantes de psicología comunitaria Este dinamismo ha permitido fortalecer los lazos de amistad y confianza entre los participantes, contribuyendo al desarrollo de un tejido social más sólido.
Por otra parte, la naturaleza iterativa del proyecto, con versiones semestre a semestre, permite abordar nuevos desafíos y necesidades en cada ciclo. Este proceso ha dinamizado las interacciones sociales, particularmente entre personas que no contaban con espacios para expresarse o relacionarse. Los socios comunitarios, principalmente párrocos, han destacado la relevancia de generar este tipo de espacios en sus parroquias, puesto que la comunidad percibe estos encuentros como ambientes seguros y protegidos, donde pueden expresar sus ideas y emociones con libertad. Este tipo de iniciativas contribuye a la cohesión social y al fortalecimiento del sentido de pertenencia dentro de las comunidades.
Los docentes por otro lado manifiestan su compromiso con este aporte relevando que este intercambio, muchas veces intergeneracional que se produce entre estudiantes y la comunidad, es mucho más enriquecedor para su formación integral que solamente las clases teóricas en sala. Los estudiantes llegan incluso a generar cierto vínculo con las personas involucrando en algunos casos a parte de sus familias en las intervenciones con las comunidades.
La experiencia de Proyecto Común ilustra cómo la colaboración entre la academia y las comunidades de iglesia puede ser un motor de transformación social. Al vincular las necesidades reales de las parroquias —que abundan— con el conocimiento generado en la UC, se potencia el aprendizaje de los estudiantes y se aporta un valor significativo a la sociedad.
En definitiva, Proyecto Común se ha convertido en una herramienta poderosa para impulsar la relación bidireccional entre la universidad y la Iglesia, demostrando que el aprendizaje académico es un medio eficaz para el servicio comunitario y la construcción de una sociedad más solidaria.
JOSE LARA
Coordinador
Vinculación con el Medio, Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana